Hoy no volveré a hacerme daño

“Aceptemos que el perdón es nuestra única función”

“La mente que ha llegado a estar dispuesta a aceptar los regalos de dios ha sido re instaurada al espíritu, y extiende su libertad y su dicha  tal como dispone la Voluntad de dios unida  ala suya propia. Ell Ser que Dios creó no puede pecar, por lo tanto, no puede sufrir.

Elijamos hoy que El sea nuestra Identidad, para poder así escapar para siempre de todaas las cosasa que el sueño del miedo parece ofrecernos.


Padre es imposible hacerle daño a Tu Hijo. Y si creemos sufrir, es sólo porque  no reconocemos la única Identidad que compartimos  Contigo. Hoy  queremos retornar a Ella , a fin  de librarnos para siempre de todos nuestros errores y salvarnos de lo que creíamos ser.”

“¿Qué es el ego? El ego no es otra cosa que idolatría; el símbolo de un yo limitado y separado, nadcido en un cuerpo, condenado a sufrir y a que su vida acabe en la muerte.”

“Conocer la realidad significa no ver al ego ni a sus pensamientos, sus obras o actos, sus leyes o creencias,  sus sueños o esperanzas, así como tampoco los planes que tiene para su propia salvación y el precio que hay que pagar por creer en él.

Desde el punto de vista del sufrimiento, el precio que hay que pagar por tener fe en él es tan inmenso que la ofrenda uqe se hace a diario en su tenebroso santuario es la crucifixión del Hijo de Dios. Y la sangre no puede sino correr ante el altar donde sus enfermizos seguidores se preparan para morir.

Una sola azucena de perdón, no sobrante, puede transformar la osbscuridad en luz y el altar a las ilusicones en el templo a la Vida misma. Y las paz se les restituirá para siempre a las santas mentes que Dios creó como su Hijo, Su  morada, Su dicha y Su amor, completamente Suyas y completamete unidas a Él.”

Partes de la Lección 330 del Libro de Ejercicios de Un Curso de milagros

Es curioso como nosotros siempre nos estamos haciendo daño a nosotros mismos y estamos pensando que es para defendernos de los otros.

Cuando nos damos cuenta de que somos nosotros los que nos hacemos las víctimas y le vamos contando a los otros lo sufridores que somos el mundo toma una perspectiva totalmente nueva. Ya no es necesario que la sangre corra en el tenebroso altar donde nos íbamos a preparar para morir.

Como sabemos que no existe diferencia alguna entre el amor y la dicha por tanto podemos elegir de nuevo el único  estado de plenitud que es  posible o sea la absoluta dicha.

Curar o hacer feliz es, por lo tanto lo mismo que integrar y unificar.

Me hago feliz a mi mismo sin necesidad de sacrificarme más en oscuros altares tenebrosos de hacerme daño a mi mismo o a los otros

Fuente: Un Curso de milagros y Mariposa

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