Jung dejar de proyectar en nuestros hermanos

Carl Jung describió el fenómeno de la *proyección*, al considerar que hay una faceta no reconocida ni aceptada de nosotros, que la vemos en otros, y es llamada «sombra»; y el de la *sincronicidad*, que es un fenómeno de simultaneidad y causalidad que interconecta los eventos internos y externos.

Llevado a la vida cotidiana, significa entender que *no existe la casualidad, sino la causalidad*. Este principio atrae hacia nosotros todo aquello que necesitamos, aunque no estemos conscientes de ello, e incluso lo rechacemos. Por la cual, lo que necesitamos aprehender tocará a nuestra puerta de muy insistentes maneras hasta que logremos reconocer el mensaje. El fenómeno de la «sombra» nos hace criticar , señalar y juzgar al prójimo por aquello que nosotros también manifestamos o padecemos. Quienes entienden esta verdad descubren:

1) La dimensión espiritual de la existencia

2) El misterio de la unidad en la diversidad, es decir que «El Todo está en todos» y

3) Que YO SOY lo que tú eres.

Entonces, los prejuicios, las críticas y la censura se tornan innecesarios, inapropiados e incluso indignos. Porque descubrimos que detrás de cualquier evento, el único responsable es uno mismo, y que atraemos lo que nos corresponde y necesitamos vivir para seguir aprendiendo, evolucionando y desarrollándonos.  Por más accidental que parezca, por más que en apariencia exista un culpable, no lo hay. La experiencia la necesitamos para lograr algún “insight” y sensibilizarnos ante alguna realidad, o para probar nuestra capacidad de amar, y de autocontrol. Cada quien debe hacerse responsable de su propia experiencia y de su propia comprensión. Ninguno merece ser considerado víctima ni ser acusado de culpable, pues nadie es mejor ni peor, al igual que tampoco más ni menos valioso, necesario o importante. Hay que ser más condescendientes con los errores y entender que son fundamentales para el aprendizaje. habremos de ser humildes, tan inocentes e inofensivos como niños para «entrar al reino de los cielos». Porque al despojarnos de la capacidad de juzgar, dejamos de separar, y somos uno. Entonces, ni te hago ni me haces. No habrá más víctimas ni culpables, sólo responsables de una experiencia necesaria para un aprendizaje. Podemos entonces perdonarnos, y, si lo piensas bien, no hay nada que perdonar. YO SOY la indulgencia, la tolerancia y el perdón.

Fuente: Camino del Arco Iris, del Dr. Efrain Hoffmann.

 
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