Las almas hermanas y la pareja en la encarnación

“Las almas humanas y la sanación del condicionamiento amoroso”.

Las almas hermanas y la pareja…. tema hoy día muy en boga en vuestro planeta. La enseñanza que os vamos a transmitir está directamente relacionada con vuestro corazón y vuestra alma, así como con la pareja interior: el hombre y la mujer, el yin y el yang, la luna y el sol. Y también está directamente relacionada con la pareja exterior, con la búsqueda, con el deseo consciente o inconsciente que os anima y que os empuja a fusionaros con el otro.

Vamos a hablar del amor; del amor celeste y del amor terrenal y, aunque mencionemos dos formas de amor, desde la visión del alma y de la esencia, estamos hablando de una sola y única vibración. Podéis alegar que hasta ahora solo habéis conocido solo un 10 por ciento de amor celeste frente a un 90 por ciento de amor terrenal y nosotros responderemos que es a través de éste que pasa el amor celeste. Por eso os invitamos a amar. ¿Estáis preparados? Quizá esta propuesta evoque temores y resistencias por parte de la personalidad debido a sus heridas. Pero tranquilizaos, porque vuestra capacidad de amar, vuestro amor lo sana todo a su paso. No es ningún cuento de hadas: ese amor está presente en vuestro interior, en cada una de vuestras células.

El alma existía en el más allá mucho antes de que se encarnara, ¿no es así? Pues bien, en el más allá, el amor es. ¡Acordaos del nacimiento de vuestra alma! Erais una chispa diminuta que, procedente de la Fuente y después de haber atravesado el sas del Alma madre, adoptó el manto del alma. Esta identidad vibratoria hizo posible que os trasladarais a diversos planos de conciencia, que formarais parte de una familia de almas, que os posicionarais y reconocierais a vuestros hermanos y hermanas de luz. Os encarnasteis en la tierra con el manto del alma y sentisteis su peso, su densidad. Luego, escogisteis a papá y a mamá, entre otros. Escogisteis habitar un cuerpo físico, entrar en el feto y utilizar como vehículo de encarnación una identidad terrestre. El resultado fue que en esta encarnación, os definisteis como hombre o mujer, altos o bajos, de ojos marrones, verdes o azules, con el cabello liso o rizado, en el marco de una familia rica o pobre, víctimas de las travesuras de unos cuantos hermanos, mimados o abandonados a vuestra suerte… Todo ello configura la identidad terrestre, la identidad terrestre.

Durante todo ese tiempo, vuestra alma ha vivido con esa identidad a sabiendas de que era sólo un vehículo prestado al servicio de su evolución, a sabiendas de que, a través de esa identidad terrestre, podía conectar en cualquier momento con su identidad celeste, con su ser más profundo, con su esencia. Es posible que la identidad celeste se convierta en un vehículo totalmente transparente a la identidad real del alma y que el alma pueda utilizar ese vehículo, masculino o femenino, al servicio de su evolución, de la evolución del planeta y del amor.

Si decimos que estas identidades pueden fundirse en una sola (la espiritualidad integrada en la carne), es porque la identidad celeste, que es vuestra identidad profunda, conoce el amor universal, conoce la fusión con todo. Lleváis esta experiencia, esta memoria impresa en las células del pulgar, de la mano, de los cabellos, del cuerpo entero. Conserváis la memoria de la fusión, aunque seáis calvos… Lo que intentamos decir es que lleváis impreso el recuerdo, la capacidad, la experiencia de la fusión. Cuando recibís un flechazo, ya sea que dure un segundo, diez, quince, veinte o cuarenta años, esta experiencia permite en reconocimiento del amor universal. Sabíais que ese amor existía, pero lo habías olvidado. Y entonces, de repente, os acordáis. ¿No es maravilloso? ¡Así es el amor!

Se experimente el flechazo con pasión; las células reconocen, saben, se acuerda, porque los hombres llevan consigo el amor, el recuerdo de la fusión. ¿Cuánto tiempo podrá uno aguantar? Os hacemos la pregunta, pero no estáis obligados a responder. De hecho, os vamos a plantear muchas preguntas, que suscitarán respuestas conscientes o inconscientes, portadoras de una energía que surgirá de vuestras células.

Conocéis pues, el amor terrenal y el amor celeste, porque conocéis el amor universal. Vuestra alma lo sabe, lo emana. Vuestra esencia rebosa de amor universal. ¿Cuál es el problema, pues? ¿Por qué los flechazos acaban tan repentinamente? ¿Por qué os consumen? ¿Por qué dejan tantas cicatrices? ¿Por qué tanto desengaño amoroso? ¿Por qué el amor puede destruir? ¿Por qué, por qué, por qué? Por múltiples razones.

Con vuestra identidad terrenal, habéis vivido el amor y sus condiciones. Aunque vuestros padres deseaban transmitiros el amor universal con su amor paterno o materno, aunque ellos se volcaron en los hijos, pusieron condiciones. Experimentasteis amor condicional, el amor asociado al planeta tierra. El alma de vuestros padres también ha venido a revivir, reencontrar y experimentar el amor terrenal y sus condiciones, igual que vosotros. Este planeta es como un gran laboratorio de exploración. Todos conocéis las heridas amorosas, habéis sido heridos por uno de vuestros padres y registrado esta herida. La habéis cultivado y habéis construido todo un sistema de creencias en torno a ellas.

Y en cuanto os da de lleno el flechazo, no importa cuándo, si a los quince o a los cuarenta y siete años, tenéis la posibilidad de revivir todos los condicionamientos amorosos que habéis incorporado y que conocéis al dedillo. No penséis que los habéis relegado al inconsciente. Sentimos deciros que vuestra personalidad es plenamente consciente de sus heridas amorosas, y vuestra alma también, porque se repiten de vida en vida. Claro que también podéis crear otra nuevas; en ese caso, atajad esa tendencia de inmediato.

Conocéis bien esos condicionamientos. Esas montañas de creencias acerca del amor sobre las que os asentáis, unos auténticos Himalayas de creencias amorosas. Si nos dijerais: “No me acuerdo”, nosotros preguntaríamos: ¿Vivís en pareja? Y si la respuesta fuera: “No, no quiero saber nada de eso. La pareja es para mí un tema zanjado”, sonreiríamos… porque albergáis una pareja en vuestro interior. ¿Lo sabíais? ¿Sabíais que sois una pareja, aunque viváis solos? Si vivís con otra persona, se dobla pues, la relación de pareja. Debéis negociar entonces con la pareja interior y con la pareja interior de vuestro compañero o compañera. ¿No es maravilloso? Hay muchas ocasiones de fusión o de destrucción? ¿Verdad? Así pues, ¿Cuántas parejas resultan? Tres parejas, multiplicadas por dos, da seis individuos. ¡Y no estamos hablando de personalidades múltiples! O sea que la pareja no es un tema zanjado. Además, formáis pareja con la tierra, ¿no es así? Y formáis pareja con el cielo. En total, ocho, cuatro parejas. ¿Qué os sugiere eso? Contemplad esta figura geométrica.

Vuestra pareja interior es fruto de las experiencias de la identidad terrestre, de la experiencia kármica. Pongamos por caso un alma con cincuenta encarnaciones masculinas que no fueron fáciles y que regresa integrada en un cuerpo de mujer. Quizá le cueste asumirlo. Es posible que sea una mujer muy yang, que no comprenda el cuerpo femenino, que se pregunte a dónde ha ido a parar el hombre, porque todavía puede sentirse como hombre aunque sea una mujer. Estaríamos ante una pareja interior en conflicto. En alguien que ha sido hombre durante cincuenta vidas y que encarna como una mujer, perdura la memoria de haber habitado un cuerpo masculino. Y viceversa. Eso puede haber inducido cierto desequilibrio entre el yin y el yang. De todos modos, si esa persona en cuestión a escogido un cuerpo de mujer, es para servir a la evolución del alma en la tierra y para servir también al planeta. Por tanto, vuestra identidad terrenal está justificada, tiene un sentido, como tienen sentido todas esas heridas de amor que habéis padecido y que tenéis la posibilidad de sanar.

Cuando contemplamos la tierra, y a vosotros en ella, leemos que el origen de todas las heridas está en el amor. Que el origen de todas las enfermedades está en el amor. Que la raíz de todas las guerras es de desamor. Que todos los desequilibrios existentes en la tierra provienen de la falta de amor. Contemplamos también que la herida del amor es la que os resulta más difícil de tratar y de acoger, que es de la que más receláis. Los desequilibrios planetarios tienen su origen en el amor. Estáis preparados y dispuestos a superar un cáncer, a sanar las heridas respecto al poder, la relación con el dinero, con Dios o con las vidas anteriores. Sin embargo, tan pronto como mencionamos el amor o cuando, en los encuentros individuales, hablamos de las heridas amorosas, la reacción inmediata es de recelo. Porque sabéis que, si sanáis vuestras heridas amorosas, ya no tendréis motivos para aferraros a vuestra identidad terrestre: entonces lo único que os queda por hacer es fusionaros. Y, aunque ése sea vuestro deseo más profundo, se interpone un miedo cerval a liberaros de vuestras heridas amorosas

Muchos de vosotros lo negáis; decís: “Todo va bien. No estoy herido. No necesito a nadie. Con mi espiritualidad me basta y me sobra. Todo está controlado” ¡Negación! Porque la espiritualidad auténtica no consiste en el estudio de las formas geométricas ni de la Cábala, de la numerología ni de los textos sagrados. La verdadera espiritualidad pasa por ahí, pero, por encima de todo, se asienta en el amor, consiste en amar: amaros a vosotros mismos, al prójimo, al árbol, a la flor, a la violencia, a la guerra, al planeta… amarlo todo. De eso se trata.

Hemos traído a colación el tema de las almas hermanas porque son un buen ejemplo de esa búsqueda de fusión a través del otro, del anhelo de cumplir la misión y del rechazo a encontrarse. Se ha hablado de almas hermanas. Los ángeles Xedah impartieron una enseñanza específica sobre ellas, lo cual desencadenó una especie de terremoto en Quebec, Montreal y otras zonas vecinas. Inmediatamente, las personalidades, las identidades terrenales y los condicionamientos amorosos surgieron como volcán en erupción. De repente, todas las entidades que recibieron las enseñanzas se pusieron a buscar al príncipe azul o a la princesa. Hablamos con conocimiento de causa, porque fuimos testigos de ello. Inmediatamente, salieron en pos del alma hermana, del príncipe azul. Un condicionamiento de sobras conocido en la tierra, ¿no es verdad? No obstante, lamentamos informaros de que el alma hermana también puede ser un sapo. No os decepcionéis, porque, aunque tengáis la impresión de que vuestra alma humana es un príncipe, también puede ser un sapo. Con la ilusión del príncipe azul, ¿Cómo vais a vivir el encuentro con el alma hermana? Y viceversa, con la ilusión de la princesa no vais a permitiros esa experiencia.

Por eso, hemos escogido el tema de las almas hermanas, porque son un ejemplo concreto de lo que suponen los condicionamientos amorosos, de lo que conocéis al dedillo.

Para que comprendáis bien la esencia de esta enseñanza, contemplad dos almas que no sean hermanas, que hayan compartido muchas vidas y que coincidan en esta encarnación. Al reconocerse, se atraen y las almas intercambian un fluido que es percibido por la personalidad, que intenta vivirlo. Porque, efectivamente, intenta vivirlo. Estamos hablando de la atracción entre almas y, como estáis encarnados, dicha atracción se experimenta a través de vuestras células y chakras.

Las heridas amorosas no solo están alojadas en el corazón. Podéis tener una herida amorosa en la garganta: un resentimiento, por ejemplo. O en la conciencia, y negaros a ver la realidad. O en el plexo, en forma de una incapacidad de digerir la relación con una persona determinada en un periodo determinado. O en el hara, y haber cedido el poder al otro en todas las relaciones afectivas. O en la base, en forma de una incompatibilidad en la relación sexual aunque se quiera al otro de todo corazón. Memorias y heridas diversas….

Cuando las almas se reconocen e intercambian ese fluido, éste desciende por todos los chakras. El ego también lo recibe y, henchido de ese amor, puede parapetarse en su sistema de creencias. De repente, uno se siente poderoso. Y es natural, porque el amor es un poder de sanación. Vamos a repetirlo y os invitamos a respirar: El amor es un poder de sanación.

Un ego acorazado reconocerá dicho amor y dirá: “El otro me pertenece. Amo y poseo, así que no sufriré más. Voy a agarrarme bien. Por fin tengo al otro en mis manos”. ¿Cuál es la intención que, a vuestro parecer, se oculta detrás? El deseo de fusión. Sin embargo, os recordamos que no podéis fusionaros mediante el apego a otra persona. Vamos a repetirlo y os invitamos a respirar: No podéis fusionaros mediante el apego a otra persona.

Vuestra personalidad, a causa de sus heridas y de los condicionamientos amorosos, interpreta el fluido a su manera. Los chakras se unen en el marco de una relación filial, amistosa o de otro tipo. Los chakras se unen en distinta medida, pero las heridas persisten; entonces ¿qué pasa? Que empieza la fricción, os desilusionáis y penetráis en vuestro sufrimiento. Vuestro sufrimiento. ¿Cuál es vuestra pena de amor? ¿Cuál es vuestra herida amorosa? ¿Qué os hiere o qué os ha herido en el terreno amoroso? Reflexionad unos instantes antes de contestar estas preguntas.

No os gustaría añadir unas cuantas más. ¿Cultiváis esta herida? ¿La regáis, la abonáis, la cuidáis? ¿La alimentáis o antes bien intentáis sanarla para liberaros de ella? ¿Qué hacéis? Reflexionad de nuevo unos instantes antes de contestar a estas preguntas.

Esta enseñanza trata acerca de la pareja y no olvidéis que hablamos también que hablamos también, y simultáneamente, de la pareja interior, aunque cada vez no hagamos referencia a “interior” y “exterior”. Basta con que recordéis que la pareja está en todo.

Así pues, cuando dos almas se encuentran, su identidad terrenal topará con la herida del amor. Aunque adopte formas diversas, vamos a resumirlas en una sola expresión: la herida amorosa. Esta herida está presente, y disponéis de todo vuestro potencial para sanarla. En la personalidad, en la identidad se remueven las heridas mientras las almas continúan sintiendo atracción. También puede suceder que se produzca un bloque a nivel de la personalidad y se encamine uno hacia la destrucción en lugar de dirigirse hacia el amor, ya que el objetivo de la pareja es siempre el amor, la expansión del amor.

Se viven entonces periodos de desintoxicación de diversa índole e intensidad, durante los cuales recomendamos encarecidamente la comunicación. No olvidéis de todas maneras que la herida no es infligida por el otro, que es vuestra herida. En la tercera dimensión existente en la Tierra, muchas almas se sienten víctimas dentro de la relación amorosa y van intercambiándose los papeles, asumiendo alternativamente la condición de perseguidores, víctimas y salvadores. Ahora bien, en cuanto uno se eleva por encima de la tercera dimensión, deja de proyectar su herida sobre el otro y toma conciencia de que es un medio de evolución, de que cada cual representa un medio de evolución para el otro. Ésa es la fusión de la pareja.

Contemplad qué pasa hoy con la pareja en la Tierra. Muchas entidades se separan y muchas otras se juntan. Este movimiento es constante, y el amor es siempre el objetivo de la pareja. Cuando surgen dificultades, cuando se reabre la herida, es básico que os ocupéis de vuestra herida y no del otro, porque sólo vosotros podéis sanar vuestra herida. El otro puede ayudaros, pero no tiene la capacidad de sanaros, sólo uno puede sanarse a uno mismo.

Primera etapa, pues: sanar vuestra herida. Gracias a ello, vuestro nivel vibratorio se transmutará y seréis más permeables al amor universal, puesto que ya no viviréis en función del condicionamiento, de la herida, del amor condicionado. Os abriréis al receptáculo del amor universal y a vuestra identidad celeste, que es la transparencia. Eso implica cambiar el nivel vibratorio. Si el otro va a seguiros o no, no es un gran interrogante, ¿verdad? Ocupaos de vuestra herida y evolucionad amando al otro tal como es. Si continúa atrapado en su herida, no podrá seguiros, porque no vibrará a la misma frecuencia. No estamos hablando de superioridad ni de inferioridad, sino de compatibilidad vibratoria.

Contemplad vuestra pareja. Contemplad las parejas. Contemplad la pareja interior. ¿Se da una compatibilidad vibratoria? Ocupaos de vuestras vibraciones. Sanad lo condicional y continuad con vuestra evolución. Si el otro no evoluciona, si su ritmo es distinto al vuestro, no podréis seguir. Decís que os separáis y nosotros sonreímos, porque la separación no existe. Permanecéis unidos con esa alma, solo que elegís evolucionar por caminos diferentes. El amor es sinónimo de libertad.

¿Y qué hay de las parejas que deciden evolucionar juntas y no por separado? Vamos a retomar el ejemplo de dos almas que no son hermanas, que se han reconocido de vidas anteriores y que deciden comprometerse, unirse durante cinco días, cinco años o cincuenta, no importa. Con ese compromiso, se inicia un movimiento de desintoxicación y se instaura la posibilidad de evolucionar. En cuanto esas almas se unen, por un periodo de cinco horas o cincuenta años, el fluido que circula entre ambas crea un capullo que envuelve a los dos capullos de luz y se convierte, si hay amor, en una luz que no es del mismo color vibratorio que el de las almas. El color vibratorio que lo caracteriza es el rosa miel.

Este capullo de amor creado por dos almas y su personalidad correspondiente, que se reencuentran, viven una historia de amor y se purifica en el amor, genera una onda expansiva de amor. Esa pareja sirve a la evolución. Habrá almas que reconocerán esa tonalidad rosa miel y se sentirán atraídas por ella, no para formar parte del mismo capullo sino para instalar esa misma vibración de amor en su vida. Éste es simplemente el objetivo de una pareja. Si os imagináis a los niños, a los cachorros adheridos a este capullo rosa miel, podéis deducir que eso constituye ya de por sí una enseñanza, ¿no es así?

Continuemos ahora con la enseñanza y supongamos que se encuentran dos almas hermanas. Estas almas han estipulado un contrato en el más allá, contrato que han repetido en muchas vidas aquí abajo. El contrato consistía en encontrarse para cumplir una misión determinada. Por esa razón, decidieron pasar por una iniciación en el más allá que las unió mediante unos puentes de luz a la altura de los chakras superiores. Entre estas almas hermanas, ya sean dos mujeres, dos hombres, madre e hijo, etc., se pueden leer, pues, unos puentes de luz que se unen hasta el infinito. Cuando estas almas se reconocen, trasciende la etapa “sapo” y deciden reactivar su compromiso, por un periodo de cinco horas, cinco años o cincuenta, los puentes se iluminan. Se produce una desintoxicación por la que todos debéis pasar. Hay desintoxicación, purificación, unión, y de nuevo se forma un capullo que las recubre. Su color no es rosa miel sino uno muy difícil de describir, parecido a un tono plateado con una mezcla de azul difuminado con blanco. Si queréis, tratad de imaginarlo y buscadle un nombre. Este capullo será más grande porque deberá incluir los puentes de luz. El objetivo de este gran capullo que envuelve a las almas hermanas será servir de vehículo para su misión común.

Muchas almas hermanas se reconocen, quieren limpiar de veras la personalidad y se sienten llamadas a cumplir conjuntamente la misión, porque esa es la meta de su encarnación. Pero, ¿qué está ocurriendo ahora en el planeta Tierra? Contemplamos que muchas almas hermanas se pierden en la misión. Se comprometen, sí, se comprometen con la misión, pero no dedican el tiempo necesario a consolidar su capullo. Dedicaros a una acción para servir al planeta contribuye a sanar la personalidad, pero no os perdáis en la misión, queridas almas hermanas. Cultivad el amor. Si no existe amor entre las almas hermanas, si no se encarna a través de la personalidad, la misión fracasará, porque la sustenta el vehículo del capullo de luz, creado a partir del amor por las almas que se encuentran.

Existen, además, las almas hermanas primordiales, que el maestro Ramtha ha elogiado cumplidamente. La otra mitad. Las almas hermanas primordiales han salido de la misma chispa divina, la cual, tras haberse revestido con el manto del alma, se escindió en un momento muy preciso. Durante algún tiempo, las dos chispas resultantes de la escisión cohabitaron bajo el mismo manto y, poco a poco, cada cual adoptó su propio manto, creándose así dos almas depositarias de la memoria de la otra mitad. No hay muchas actualmente en la Tierra, pero si vuestro planeta lo admitiera, habría más. Y vais a comprender por qué. Para que las almas hermanas primordiales se reencuentren, se unan y decidan emprender su misión común, el nivel vibratorio de vuestro planeta debería corresponder al de la quinta dimensión. Hoy día, la mayoría de los humanos que habitan en vuestro planeta se sitúa en la tercera dimensión.

La misión de las almas hermanas primordiales que vienen a la Tierra es encontrarse, fusionarse y elevar así el nivel vibratorio del planeta. Ésta es su iniciación, su única misión. Pero ¡cuidado!, ya que la identidad terrenal de un alma hermana primordial puede quedar prendida en el deseo, en la fijación de encontrar la otra mitad. Si el ego está herido, la personalidad puede utilizarlo para convertirse en la mayor víctima que haya existido en la Tierra.

Cuando el alma hermana primordial se encarna, lleva consigo un karma importante y llega para reunirse con su otra mitad, que ya está ahí y la espera o llegará más tarde. Y no temáis, porque van a encontrarse; ahora bien, ese reencuentro no será un cuento de hadas. Recuperarán la sensación de plenitud y el sentido de la existencia, pero se abrirá para ellas una fase de iniciación. Y de eso se trata: de una auténtica iniciación que las conducirá a una profunda desintoxicación y purificación, para que puedan juntarse y fusionarse de nuevo y ser uno en la Tierra, uno en la Tierra.

Esto no significa que vayan a perder su identidad, ¡en absoluto! En ese nivel, ya no cabe hablar de identidad, porque están destinadas a vivir totalmente el amor celeste en carne y hueso. Esto es posible; sin embargo, en este momento pocas almas consiguen superar esta iniciación. Os hemos dado el parte meteorológico de las almas hermanas primordiales hoy en la Tierra. El color del capullo constituido por la unión de estas almas es pura luz.

Es esencial que comprendáis las formas de expresión de las almas que se encuentran. Y repetimos que el objetivo siempre es el amor. Ahora os cedemos la palabra.

Preguntas

P.- ¿Es posible que dos almas hermanas vivan en continentes distintos y que no lleguen a encontrarse nunca?

R.- Sí, todo es posible. Pero porque su misión es precisamente encontrarse para servir a la elevación del nivel vibratorio del planeta en el que están encarnadas. Como por casualidad, una topará con la otra.

P.- Cuando dos almas hermanas se encuentran, viven juntas durante cuarenta años y una de ellas muere, ¿qué hace la que queda en la Tierra?

R.- Proseguir la acción, porque la otra la apoyará desde el más allá. No la abandona. Proseguir la acción. Quizás tengáis la impresión de que mengua la intensidad, pero es una impresión ilusoria. Cuando el otro se va, vuestro capullo de luz no se disipa ni desaparece. Continuáis con él y por eso continuáis trasmitiendo amor y lo sabéis. ¿O no estáis trasmitiendo constantemente amor? De ahí lo importante que es reconocer la pareja interior, porque también sois esa alma hermana interior.

P.- Vivo con mi alma hermana primordial: yo la he reconocido, pero él no me reconoce a mí. ¿Cómo llevar esta situación con armonía?

R.- Agradecemos esta pregunta y confirmamos esta vivencia profunda. Tú estás preparada para la iniciación, pero a la personalidad, a la identidad terrenal de tu compañero le cuesta. Las heridas de este ser le impiden reconocer la vibración de vuestra pareja real. Puedes ayudarlo, eres un medio para él y él también es un medio para ti. Sin embargo, es algo que no se puede forzar; lo que si puedes hacer es comunicarte con él. Permanece en este camino iniciático que ya ha empezado para ti; la iniciación estriba en el hecho de que tú lo reconoces y el otro no. Reconoce, acepta y persiste en el amor. Y ya nos contarás más adelante.

P.- Dado que se pueden experimentar varios flechazos, ¿qué indicaciones podríais darnos para reconocer el alma hermana?

R.- Esta pregunta es importante; de hecho, planeábamos transmitir esta enseñanza. O sea que vamos a aprovechar para hacerlo ahora. Existe atracción entre todas las almas. Podríais preguntarnos si cada alma es una alma hermana y nosotros responderíamos que no. Estáis aquí ahora debido a la aceleración de las vibraciones. Quizá encontréis una, dos, tres, hasta cinco almas hermanas en esta encarnación. O quizá ninguna. ¿Cómo reconocerlas, pues? Es muy fácil.

Cuando se siente atracción por un alma que no es hermana, se tiene la sensación de conocer a esa persona, uno en seguida se encuentra cómodo en su presencia, como en un terreno conocido, por decirlo de alguna manera. Con un alma hermanas es algo muy diferente. Quizá se sienta lo mismo que acabamos de describir, pero se percibe además una profundad difícil de explicar. En presencia del otro, uno se ve envuelto por una vibración que existe más allá de esa persona. Y esa vibración está generada por los puentes que enlazan a ambas almas. Repetimos que esa atracción trasciende la personalidad, el color de los cabellos, la constitución física, la profesión… ¿nos entendéis? Se siente una energía envolvente, que protege y al mismo tiempo empuja hacia el otro. Es en este momento cuando algunos se dan a la fuga. Si las heridas amorosas son profundas, surgen los miedos y uno se dice: “¡Esto es demasiado fuerte! ¡Demasiado potente! ¡Si me dejo llevar voy a morir!”. Se teme perder el control, y los condicionamientos entran en erupción como volcanes. ¿Te suena de algo, querida alma?

P.- ¿Qué debería hacer entonces?

R.- ¡Lanzarte! Estás más que preparada. Es cierto que, el alma hermana no tiene nada que ver con el príncipe o la princesa, que no es forzoso que compartan gustos e intereses, al contrario que las almas gemelas, que si comparten inquietudes, practican los mismos deportes o leen los mismos libros. Todo coincide. En presencia del alma gemela, uno reposa. Con respecto al alma hermana, uno se siente empujado, como si soplara el viento. Quizá haya trabajo por hacer, es decir, sencillamente una desintoxicación del ego. Sanad los recuerdos de aquellas vidas en las que os abandonasteis a vosotros mismos y poneos en marcha. El amor, el amor. El encuentro con un alma hermana desencadena automáticamente un terremoto interno. La pareja interior se tambalea. De ahí la necesidad de centrarse de nuevo.

P.- ¿Qué pasa cuando se reconoce a un alma hermana, cuando es percibida en el nivel vibratorio y, sin embargo, ella no nos reconoce?

R.- Puede darse cualquier escenario. Antes que nada, se os invita a amar. Si reconocéis a un alma hermana, pero ella no os reconoce a vosotros, preguntaos, en primer lugar, si esto está relacionado con alguna herida que tiene ver con vuestra identidad terrena. No pongáis en duda vuestra percepción, pero preguntaos por qué motivo no os reconoce. ¿Habéis vivido algo parecido hasta ahora en la Tierra? Si la respuesta es afirmativa, sanad vuestra herida. O quizás hayáis vivido algo parecido en otras vidas. ¡Sanad, pues, esos recuerdos! Una vez sanada la herida, quizá el otro os reconozca. O quizá no quiera reconoceros porque tiene miedo: no podéis obligarlo. No renunciéis al amor, sanad y aceptad. Si esta alama hermanas no os reconoce, quizá otra esté esperando…

P.- ¿Cuál es el porcentaje de almas hermanas primordiales en la Tierra en la actualidad y por qué vienen? ¿ Por qué quieren encarnarse si hay tan pocas probabilidades de iniciarse?

R.- Hemos dicho que había menos que si vuestro planeta estuviera en la quinta dimensión. Hay almas que desean ayudar al planeta, y éste es el objetivo que comparten todos los seres encarnados. Esas almas son plenamente conscientes de que hay un 40 por ciento de posibilidades de que no lo consigan. Pero quieren intentarlo de todos modos. En el más allá no se emiten juicio. Actualmente, el 10 por ciento de las almas encarnadas son almas hermanas primordiales.

P.- ¿Qué ocurre en el caso de una pareja que lleva ya algunos años de convivencia y una de las almas se siente atraída por una tercera persona?

R.- A esto se le llama triángulo. El triángulo desestabiliza la pareja. El tres desestabiliza al dos. Y si es así es porque ya había entre los dos cierto desequilibrio y alejamiento. Aparece entonces otra alma; conviene no juzgarlo, porque los miembros de la pareja ya se habían alejado antes. No debéis juzgar tampoco que a veces se den periodos de alejamiento en vuestra relación de pareja interior y exterior. Dichos periodos pueden indicar que es hora de que las dos almas evolucionen cada una por su lado. Quizás estén atrapadas en una relación de apego y aparece una tercera persona para clarificar la situación, la cual tanto puede provocar la disolución del dos como ayudar a una mejor compenetración entre ambas.

Ejercicio

Os invitamos ahora a respirar hondo, porque es hora de ponerse en movimiento. Vamos a guiar una meditación profunda que podéis practicar en casa y que también podéis transmitir a otras personas. Os invitamos a compartir esta enseñanza y a difundir su mensaje. Esto es muy importante, porque cuantas más parejas se unan y cultiven el amor, tanto más se expandirá y se consolidará una fuerza de amor planetario.

En esta meditación, os invitamos a llamar al otro. Si tenéis pareja, no tengáis miedo y llamadla. Si os estáis separando, llamadle. Si estáis solos, llamad al otro. Y no olvidéis vuestra pareja interior. Este llamado se refiere no solo al exterior sino también al interior. Elegir la vida en pareja significa trabajar vuestra pareja interior. Acordaos de esto.

Os invitamos a respirar hondo. Antes de empezar con el ejercicio, reconoced la existencia del otro, incluso su presencia. Reconocéis que todos sois medio de evolución unos para con otros. A través de vuestras raíces celestes, los cabellos y el chakra de la coronilla, os invitamos a uniros con vuestras raíces terrestres, con los pies bien asentados en el suelo. Dejad que circule vuestra fuerza espiritual a través de todos los centros energéticos, a través del corazón, los brazos y las manos, que son las raíces del corazón. Escuchad el amor, dad y recibid amor.

Inspirad y espirad profundamente. Relajad el cuerpo físico y pedid a vuestra personalidad que participe. Pedidle que os acompañe durante esta meditación profunda. Aflojad los hombros, la mandíbula y los ojos. Daos permiso para expandir la conciencia, el corazón y la acción.

Ahora, suavemente, con vuestras manos de luz o con las físicas, tocad los chakras, los centros de energía que en este momento necesitan vuestra atención. Apaciguadlos aplacad vuestros miedos, calmad vuestras heridas amorosas. No dudéis, tocad esos centros de energía ahí donde sintáis malestar, vacio o sobrecarga. Sois un foco de luz, una llama eterna, una fuerza espiritual. Dejad que el amor os sane.

Pedid ahora a vuestras manos que dejen esos centros de energía y se pongan una enfrente a otra a la altura del corazón o del plexo. Durante unos segundos, contemplad a vuestra pareja interior: la mano izquierda representa la parte femenina y la derecha la masculina. Con los ojos abiertos o cerrados contemplad a vuestra pareja interior. Poco a poco, con vuestro permiso y con ese anhelo vuestro de sanar, dejad que las manos se junten para simbolizar la unión consciente del yin y el yang, el reencuentro y el reconocimiento del otro. Si notáis resistencias, aceptadlas, no las juzguéis. S no os sentís separados, no tenéis ninguna obligación de unir las manos.

Tras ese gesto de unión, colocad las manos sobre el cuerpo en actitud de apertura. Relajad la envoltura física. Reconoced el canal de luz y de amor que sois. Reconoced vuestro centro.

Inspirad y espirad. Llamad al otro con vuestra fuerza espiritual, la fuerza de vuestra alma, con vuestra identidad profunda. Llamad al otro y pedidle que venga hacia vosotros ahora Llamadlo con vuestro anhelo, con ese entrañable deseo de fusión y de amor. Llamad al otro. Llamadlo desde vuestro centro de luz, desde el amor. Inspirad y espirad. Si el dolor emerge, amad. Este amor sana. Si asoma la tristeza, amad. Este amor sana, amad. Purificad. Y continuad llamándolo, invocad la fusión, la pareja, la unión en el amor. Mantened el nivel vibratorio de esta meditación y respirad hondo. Llamad al otro con toda libertad y recibid. Recibid, recibid. Inspirad profundamente y espirad. Mantened esa receptividad, porque sois un receptáculo de amor. Respirad.

No dudéis en practicar y transmitir esta meditación. Recordad que el objetivo de la pareja es el amor. Que la fuente os acompañe y guíe vuestras obras con el amor que sana, que os guíe en el reconocimiento del otro y que avive vuestro anhelo de fusión. Y no olvidéis que estamos siempre presentes. ¡Utilizadnos!

Fuente: Canalización del arcángel Miguel, Quebec,24 de febrero de 2000

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3 respuestas a Las almas hermanas y la pareja en la encarnación

  1. jannette dijo:

    necesito encontrar este texto en inglés. ¿existe?
    ¿Me lo pueden enviar?

  2. dijo:

    Contestación a Jannette
    Lo estuve buscando y no lo encontré.
    Te adjunto una página que tiene información interesante sobre la pareja: http://www.bibliotecapleyades.net/pleyades/pleyades_marciniak08.htm
    Recibe un cordial saludo

  3. Zulema Cruz Zulema Cruz dijo:

    tengo una gran inquietud sobre el tema, como diferenciad un alma gemela de un alma hermana primordial. Conoci a alquien con el cual tenemos telepatia, los mismos sintomas fisicos al mismo tiempo. Pero una psicologa que trabaja en Tethahealing nos sugirio separarnos para no confundir sentimientos y nos dijo que consulto y que tenemos un pacto anterior, ni el ni yo queremos o estamos convencidos de esto. Porque yo he leido que el alejar dos almas gemelas puede crear un gran desequilibrio energetico en ambos Y si en el curso del ADN avanzado romperemos contratos hechos en otra vida si esto nos alejara de nuestra mision juntos. Mil gracias
    Zulema

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