Existe en el universo una fuerza inmensurable e indescriptible que los brujos llaman “Intento” y absolutamente todo cuanto existe en el cosmos está enlazado, ligado a esa fuerza por un vínculo de conexión. Por ello, el total interés de los brujos es delinear, entender y utilizar tal vínculo, especialmente limpiarlo de los efectos nocivos de las preocupaciones de la vida cotidiana. A este nivel, la brujería podría definirse como el proceso de limpiar nuestro vínculo con el intento.”
De “El Conocimiento Silencioso” por Carlos Castaneda
Del Intento -o la otra cara de la ley de la Atracción-
De los pocos sobrevivientes de la Toltequidad, tal vez el linaje más conocido es el que describe Carlos Castaneda en sus libros: El de su benefactor, don Juan Matus, brujo Yaqui Mexicano, compuesto de 15 generaciones de nuevos videntes -como se hacen llamar para diferenciarse de los antiguos Toltecas, descubridores de su conocimiento, y que existieron, según el mismo don Juan, hace aproximadamente 12.000 años-.
Los nuevos videntes llaman a su enseñanza en general “La Maestría de la Conciencia” o “La Maestría del estar Consciente de Ser” y tiene como objetivo entrenar el grado de percepción y conciencia de sus practicantes a límites verdaderamente insospechados por la cultura occidental moderna.
Estos nuevos videntes dividen la impartición de su conocimiento en tres grandes áreas:
“La Maestría del Acecho”, “La Maestría del Ensueño” y “La Maestría del Intento”.
De las tres maestrías, la que más esfuerzo requiere de sus participantes es la del Intento, pero curiosamente no es por su grado de sofisticación, que por supuesto lo tiene, sino por la dificultad que los practicantes tienen para aceptar que existe un poder en su interior que está al alcance de su mano. Pero entonces ¿a qué, exactamente, llaman Intento los nuevos Toltecas?
Antes de entrar de lleno a esta definición, y al ser la palabra Intento una palabra utilizada regularmente en la actualidad, me despierta la curiosidad saber cuál es la definición del diccionario de la Real Academia de la lengua Española para este término. He aquí lo que encontré:
Intento, ta. (Del lat. intentus).
1. adj. ant. atento.
2. m. Propósito, intención, designio.
3. m. Cosa intentada.
4. loc. adv. de propósito.
Intención. (Del lat. intentĭo, -ōnis).
f. Determinación de la voluntad en orden a un fin.
Al leer estas definiciones no me sorprende ver incluidos -muy someramente- dos términos que los Toltecas ya acuñaban, y que por sí mismos evocan dos fuerzas internas que todos, en menor o mayor medida conocemos: La Atención y La Voluntad. Al iniciar este blog escribí la definición que don Juan Matus diera a Castaneda acerca del Intento en el libro “El Conocimiento Silencioso”. Quisiera agregar que en “El Fuego Interno” se cita también lo siguiente: “El Intento es una fuerza que se encuentra presente en todo lo que existe. Los antiguos videntes jamás se propusieron desentrañar el misterio de la fuerza que los hizo crear sus prácticas secretas; simplemente lo aceptaron como algo sagrado. Pero los nuevos videntes lo observaron de cerca y lo llamaron voluntad, la voluntad de las emanaciones del Águila, o el Intento.” y Una cita más del mismo libro: “La llamaron Intento y la describieron como guiar la voluntad, o guiar intencionalmente la energía del alineamiento”.
Ya salieron términos raros. Las “emanaciones del Águila”, la “energía del alineamiento”. En palabras sencillas, y siempre recordando que estamos hablando del acto de “percibir el universo” o de estar “conscientes de ser”, los Toltecas sabían, en base a miles de años de práctica, lo que la física cuántica está descubriendo ahora: El universo material no existe como tal. No-hay-tal-materia. Ah cabrón, dirá mi compadre Pizu, entonces con qué fue que me rompí la costilla la vez que me estampé con la puerta de mi cuarto, tan sólida como el árbol de donde salió? Porque así como que muy etérea, la verdad no era. La respuesta es el descubrimiento que, tanto los físicos modernos en la actualidad, como los Toltecas antiguos, cada uno por diferentes caminos y en diferentes niveles, hicieron en su momento: La Materia no es tan sólida como creemos que es. De hecho, el universo entero no es como creemos que es. Me explico: En su propia terminología, los Toltecas sabían que la materia, antes de ser materia, es energía. También sabían que la “materia” es tan sólo una interpretación sensorial de esa energía que emana de una fuente infinita e inagotable a través del universo en forma de “filamentos de energía”, fuente a la que llamaron simplemente “El Águila” -incluso creo yo que de ahí todo simbolismo de esta magnífica ave en casi todas las culturas precolombinas-. Esta energía, por decirlo de alguna manera, es una energía creadora, y es a través de esa infinita continuidad y fluidez que proporciona las condiciones para que la vida se renueve a cada instante. Es la energía de la que surgen todas las cosas, todos los mundos, materiales y espirituales, orgánicos e inorgánicos. Los Toltecas llamaron a esa fuerza creativa simplemente como “La Voluntad del Águila” o “El Intento”, por la imperativa orden que los seres conscientes tienen de crear con ella el mundo en el que viven.
Por otro lado, los físicos cuánticos modernos (que es la ciencia de la física atómica), están hoy día verdaderamente consternados por la forma en que la materia se comporta a niveles subatómicos. Nuestros científicos han descubierto que la materia está compuesta por 99.99% de ¡espacio vacío! De nada, de aire, llámenlo como quieran. Pero lo verdaderamente increíble ocurre en ese otro 0.01% de “materia restante”, ya que, al parecer, !sólo está ahí cuando alguien la mira! Dicho de otra manera: Sólo cuando alguien pone su “atención” en esas micro partículas -llamadas Quarks- éstas se “materializan”. Mientras nadie ponga su atención en ella, esta partícula, por decirlo de alguna manera, “no está ahí”. NO EXISTE EN ESE LUGAR. Aunque tal vez es más correcto considerarlo de la otra forma: La misma partícula puede estar en cualquier lugar, o mejor dicho aún, está en TODOS al mismo tiempo y solamente toma su lugar “espacio-tiempo” en el universo material cuando alguien la voltea a ver. Cuando alguien le presta su “atención”. Deepak Chopra dice: “La física cuántica no es sólo extraña, es aún más extraña de lo que podemos llegar a imaginar.”
El físico Max Planck, uno de los físicos y mentes más brillantes del siglo XX (considerado junto con Einstein el padre de la Mecánica Cuántica) lo planteó de la siguiente manera, al recibir el premio nobel de física por su descubrimiento de la naturaleza cuantizada de la energía:
“Como un hombre que ha dedicado toda su vida a la ciencia más clara, el estudio de la materia, les puedo decir, como resultado de mi investigación de los átomos, lo siguiente: No existe materia alguna. Toda materia se origina y existe sólo en virtud de una fuerza que lleva a las partículas de un átomo a vibrar y mantiene unido este diminuto sistema solar. Debemos asumir que detrás de esta fuerza existe una mente consciente e inteligente. Esta mente es la matriz de toda materia.”
Esa mente creadora, como la llamó Max Plank, es el Águila de los Toltecas, y esa fuerza que permite la unión de ese diminuto sistema solar es el Intento. Los antiguos Toltecas, aunque no entendían muy bien esta fuerza creadora, sí entendieron dos cosas: Uno, que absolutamente todo en el universo proviene y está ligado a ella, y dos, que el ser humano, al estar ligado a ella, puede aprender, no sólo a controlarla sino a manipularla a voluntad. ¿Manipularla para qué?, podría ser la siguiente pregunta, y la respuesta es tan amplia como los deseos que quieras cumplir: Para cualquier cosa que desees.
Cualquier experiencia que quieras. Es una fuerza creadora, ¿recuerdas? Qué deseas. ¿Riquezas?, el Intento te las dará. ¿Poder?, el Intento te lo dará. ¿Salud, bienestar, armonía, abundancia, sabiduría? el Intento te los dará. El Intento moverá las piezas universales necesarias y te proporcionará lo que le pidas. Recuerda que ya estás conectado a él. De hecho todo lo que ahora tienes, tu vida, tu salud, tu situación económica es producto de tu interacción con el Intento. Qué tan rápido se manifieste lo que pidas dependerá únicamente de qué tan limpio esté tu vínculo con esa fuerza creadora. A la gente común le llevará un tiempo materializar sus deseos. A los maestros de inmediato. Sólo recordemos algo que los nuevos videntes saben acerca del poder del Intento: Este poder sólo incrementará el carácter y la naturaleza de quien lo posea. Si eres una persona violenta, mezquina o ligera, el poder lo único que hará será potenciar esa violencia, esa mezquindad y esa ligereza. En cambio, si eres una persona templada, sabia y bondadosa, el poder incrementará esas cualidades. Por tanto, es indispensable templar el carácter de los aprendices en base a un estricto código de conductas, destinadas no sólo a limpiar el vínculo de conexión con el Intento, sino a implantar la necesidad de emplear esos conocimientos para la búsqueda de un fin ulterior, llamado la búsqueda de la libertad total, en vez del engrandecimiento personal material producto del ego. Ese camino se ha llamado por milenios el “Camino del Guerrero” y a los que se atreven a transitarlo se les conoce como Guerreros, por la implacable lucha que día a día, durante toda la vida mantendrán, principalmente contra ellos mismos.
La trilogía mágica: Atención – Voluntad – Intento.
No quisiera terminar esta entrada sin abundar un poco en la relación que tienen 3 grandes fuerzas que los Toltecas, al ser los maestros de la conciencia, entendieron inherentes a ella:
La Atención, La Voluntad y El Intento. Estas tres fuerzas convergen en absolutamente todo el proceso creativo de los seres humanos, en todos los niveles de creación. Desgraciadamente la mayoría de nosotros no tenemos conciencia clara de nuestra conexión y participación con esas fuerzas creadoras, así que prácticamente pasamos la vida sin saber bien a bien qué está pasando alrededor y creemos que la vida es de tal o cual forma, sin percatarnos que nosotros mismos estamos Intentado todo lo que está pasando a nuestro alrededor. Absolutamente TODO. Y no me refiero únicamente a “Cómo crear tu día”, como dijera la respetadísima “maistra” Ramtha, y que por supuesto de entrada es el primer nivel que importa, me refiero también a “Crear el Universo en el que quieres vivir”, l-i-t-e-r-a-l-m-e-n-t-e, con arbolitos y pajaritos. Los antiguos Toltecas conocían el infinito potencial de miles de conciencias humanas reunidas para un mismo propósito -por cierto que eran capaces de crear mundos completos de puro Intento y mudarse a vivir a ellos, con gallinas y todo, ¿por qué creen que ciudades enteras antiguas desaparecieron sin dejar rastro de lo que pasó con ellas, como si el tiempo se hubiera detenido de repente?-, y sabían que todos nosotros, los seres humanos, estamos inmersos casi de manera inconsciente en un proceso constante de creación y sostenimiento de nuestro universo a través de nuestros Intentos individuales. Todos creamos y sostenemos -la mayoría, repito, de manera inconsciente-, un gran Intento de Todos los Tiempos, y con él creamos todo lo referente a la especie humana. Todo. Los bosquecitos, los pajaritos, los laguitos, los mares, las guerras, las riquezas, la abundancia, la salud, la enfermedad. TODO. Todo nace de nuestros Intentos individuales unidos como raza humana. Todos somos Uno. Tú eres otro yo. In La’Kesh. Pero es por supuesto aprender a limpiar nuestro vínculo con el Intento a un nivel personal donde los Toltecas antes y hoy los humanos modernos en general debemos enfocar nuestra atención, inicialmente. Y es a través de la manipulación consciente de dos fuerzas individuales que todos, en mayor o menor medida conocemos, que comienza el arduo camino para limpiar ese vínculo.
La Atención. Los toltecas dicen que desde el momento de nacer hasta que aprendemos a hablar con nosotros mismos, somos conciencia pura, pura percepción. A partir del momento en que comenzamos nuestro interminable diálogo interno, la conciencia de los seres humanos sufre una lenta modificación. Madurada por el proceso del crecimiento, ya no se la puede llamar simplemente conciencia de ser, porque su modificación la ha convertido en algo más intenso y complejo, algo que los videntes llaman atención. Dicho de otra forma, la atención es domar y enriquecer la conciencia de ser a través del proceso de vivir. El peligro de las definiciones es que simplifican las cosas para volverlas comprensibles; en este caso, al definir la atención, uno corre el riesgo de transformar un logro mágico y milagroso, en algo común. La atención es el logro individual más grande del hombre. Empieza a desarrollarse desde la conciencia animal, en bruto, hasta que llega a abarcar toda la gama de las alternativas humanas. Los nuevos videntes la perfeccionan aún más hasta hacerla cubrir la gama total de posibilidades humanas. Ellos dicen que en los seres humanos hay tres tipos de atención, aunque no son tan sólo tipos de atención, son más bien tres niveles de realización. El ser humano ordinario permanecerá toda su vida dentro de la primera, y sólo por unos breves instantes, al momento de morir, alcanzará la segunda y tercera atención, sólo para inmediatamente desvanecerse en ellas. Sólo los hombres de conocimiento, aquellos que hayan seguido con firmeza el camino de la Toltequidad, podrán llegar a alcanzar, en vida, esa tercer atención, y mantenerse ahí por tanto tiempo, que a los ojos del hombre común y corriente, habrán alcanzado la inmortalidad. Sólo ellos serán capaces de percibir todo lo que la conciencia humana es potencialmente capaz de percibir. Para terminar con la atención, transcribo aquí lo que los Herméticos dicen de ella: “Cualquier cosa sobre la que dirijamos nuestra atención cobrará fuerza en nuestra vida. Cualquier cosa de la que retiremos nuestra atención se marchitará y desaparecerá. La intención, por su parte, desencadena la transformación de la energía y de la información. La intención organiza su propia realización.”
La Voluntad. Así pues tenemos por una parte al Intento, esta fuerza creadora indescriptible, interminable e infinita, de donde todo procede y hacia donde todo va; y por otra parte tenemos la conciencia de ser individual, humana, enriquecida con el crecimiento, que se ha convertido en atención. La voluntad es, en principio y por decirlo de alguna manera, la goma que une las partes. En el ámbito energético, los Toltecas la entendieron como un estallido de energía, ciego, impersonal, ininterrumpido, que nos hace comportarnos como lo hacemos. La voluntad es responsable de nuestra percepción del mundo cotidiano, en un sentido verdaderamente literal. La voluntad es nuestro verdadero cordón umbilical con el Intento, es la fuerza que ordena a la conciencia de ser -atención- a seleccionar -alinear le llamaban los Toltecas- con cuáles campos de energía, de los millones posibles de los que está compuesto el universo, se creará el mundo que percibimos. Así que, literalmente, la Voluntad crea el mundo.
Sí, ya sé que ya me jalé los pelos con esta definición, pero la verdad es que la voluntad es a la vez algo muy sencillo y muy complejo. Personalmente prefiero la definición que dice que es una explosión de energía que nos hace comportarnos como lo hacemos. Pero, al descubrir esto, los Toltecas se toparon con otro de los misterios más profundos en la conciencia de ser: En algún momento dado, la voluntad, esa fuerza impersonal del alineamiento, se transforma en intento, la fuerza personalizada, que está al servicio de cada individuo.
Los Toltecas descubrieron que, mientras más se ejercita la voluntad, mayor es la posibilidad de obtener lo que se desea. De hecho también esta es la función final de la atención en general, la cual damos de tal forma por sentada en nuestra vida diaria, que jamás la advertimos; si nos pasa un suceso fortuito, hablamos de él en términos de un accidente o de una coincidencia, y no en términos de que nuestra atención hizo que sucediera, como siempre ocurre.
Intento. Ahora podemos dar un nuevo término al Intento en relación a las prácticas Toltecas. Intento es el proceso de guiar la Voluntad. Dentro del proceso creativo, lo que mantiene nuestra vida personal funcionando siempre de la misma manera, ya sea sedentaria o activa, enfermiza o saludable, carente o abundante, infeliz o dichosa, es la voluntad. La voluntad que, a través de la repetición continua, se transforma en Intento.
Don Juan decía a Castaneda: “Tu mandato se convertirá en el mandato del Águila”. Hoy diríamos
“Cuando quieres algo, el universo entero conspira para que lo obtengas”.
Sólo recordemos que el Intento no sabe de crear “bueno” o crear “malo”. El intento sabe de crear en abundancia. Esa es su especialidad: proveernos abundantemente con lo que pidamos. Si nuestra atención está enfocada en la salud, entonces tendremos abundante salud. Si nuestra atención está enfocada en la riqueza, entonces tendremos abundante riqueza, tarde o temprano. Pero si nuestra atención está enfocada en la enfermedad, tarde o temprano materializaremos, y en forma abundante, la enfermedad. Y si está enfocada en el fracaso, entonces tendremos tarde o temprano abundante fracaso. Hay gente que dice “pero si yo diario me enfoco en que quiero dinero y obtengo todo lo contrario, de hecho hoy quiero más dinero que nunca. ¡Correcto! Ahí está. Se concedió la petición. Lo malo fue el enfoque de la misma. Si se enfoca en “querer dinero”, entonces la experiencia que atraerá será la de “querer dinero” en abundancia. ¿Me explico?
Hasta eso, saber pedir, es parte de la conexión con el Intento. Decía la madre Teresa de Calcuta, a mí no me inviten a una manifestación contra la guerra, pero gustosa iré a una manifestación a favor de la paz. Todo es el enfoque. Hay que saber pensar.
Para concluir -ahora sí- esta entrada, sólo me resta recalcar lo que he venido planteando desde el principio.
1. Todos los seres provenimos y estamos conectados a una fuerza creadora que fluye infinitamente en el universo.
2. Nuestra gran falla colectiva es el vivir nuestras vidas sin tomar en cuenta para nada esa conexión. Para nosotros, lo precipitado de nuestra existencia, nuestros inflexibles intereses, preocupaciones, esperanzas, frustraciones y miedos, tienen prioridad. En el plano de nuestros asuntos prácticos, no tenemos ni la más vaga idea de que estamos unidos con todo lo demás. De hecho estamos tan separados mentalmente de esta unión, que vivimos verdaderamente convencidos que el universo existe por sí mismo, sin participación alguna de nuestra parte.
3. Esta fuerza omnipresente es la responsable de recrear y atraer al plano material todas las cosas que consciente o inconscientemente decretemos a través de nuestra voluntad y atención.
4. El Intento comienza con un decreto de la fuerza de voluntad.
5. La atención y la voluntad crearán un nuevo Intento, todas y cada una de las veces que se convoquen, sin excepción. Mientras más se sostengan la atención y la voluntad en una cosa, más rápido se mostrarán en nuestra vida material. Los maestros lo concretan de inmediato. Los simples mortales tardaremos un poco más. Pero al final esa fuerza responde a todos.
Don Juan decía que lo más extraño de esta fuerza es que es tan fácil de manipular, pero lo que no es tan fácil es convencernos de que es posible. Ahí precisamente está nuestro mecanismo de seguridad. Tenemos que ser convencidos. Y ninguno de nosotros quiere dejarse convencer.
“Cuando cambias la forma de ver las cosas,
las cosas cambian de forma“…
Epílogo.
Hoy día el llamado a fundirse con la tierra, con lo natural, es más apremiante que nunca. El ser humano no es un ente individual. Somos parte de un todo. No importa por dónde te llegue el mensaje. Llámale Ley de la Atracción, llámale El Secreto, llámale Física Cuántica, llámale Religión, Buda, Jehová, Mahoma, Intento, Madre Tierra. Llámale como quieras. Todos somos unos, y estamos destinados a fundirnos con el todo. Somos viajeros de la conciencia, jinetes del infinito. Ya lo dice el maestro Dyer Wayne: “No somos seres humanos en busca de experiencias espirituales, somos seres espirituales en busca de experiencias humanas.”
Después de cada logro otro desafío.
“Sólo triunfa en el mundo quien se levanta y busca las circunstancias y las crea si no las encuentra” George Bernard Shaw
No es el mas fuerte el que sobrevive, sino el que sabe adaptarse a los cambios.
Fuente: Recibido por Internet inspirado por Castaneda