UNA EXPERIENCIA BASADA EN EL TRUEQUE
El ejemplo de Heidemarie Schwermer se resume en un gesto: cuando cobró el dinero de los ingresos correspondientes a la publicación de su libro “Mi vida sin dinero” lo repartió entre mujeres maltratadas, asistentes sociales y diversos colectivos de ayuda. Y es que ella no lo necesita.
Algo mueve a Heidemarie. Es una inquietud constante, un querer ir más allá una vez que se ha probado y vivido algo. Tal vez sea el afán visionario, hacerse el ejemplo encarnado, la antorcha que guía el camino. Quijotismo y ansia. Pero sin estos componentes no se puede emprender ninguna búsqueda radical. Heidemarie clama contra el capitalismo y tiene hijos punkis y ocupas con peinados iroqueses, pero cree en Dios (ha probado todas las iglesias) y dice hablar con los ángeles. No es una friki, sino una mujer sensible e inteligente. Una mujer rara. New age vegetariana y abstemia con un punto cursi que lo ha probado todo, la quiromancia, el shiatsu, la videncia, el tarot, la astrología, el movimiento antinuclear, el ecologismo, los herbolarios, los presentimientos, el budismo, el catolicismo, las hierbas aromáticas, la psicología gestáltica, la acupuntura, la meditación. La vida sin dinero.
Demasiado heterodoxa incluso para los movimientos alternativos entre los que llegó a ser una pequeña celebridad, Heidemarie es abrumadoramente sincera y valiente y no trata de fundar ningún partido ni de arrastrar a las masas, sino solo “ser un ejemplo”. Llegar más lejos que los demás. Purificarse.
Tiene clarísimo que el dinero está echando a perder el planeta y la vida humana.
Más allá del debate de si se puede o no vivir sin dinero (y de todas sus implicaciones sociales o políticas), el libro de Heidemarie Schwermer lo veo sobre todo emparentado con la literatura de autoayuda: atrévete a realizar tus deseos. Atrévete a ser valiente. Atrévete a vivir una vida propia, auténtica, llena, con sentido, aunque los demás se burlen despiadadamente de ti. Porque el mundo se burla de quien es diferente. Un libro de autoayuda repleto de historias, cuentos, relatos, que no anima al lector a acomodarse en la realidad, sino a salirse de ella. Que no predica la aceptación de lo existente, sino la búsqueda radical del propio camino. Y que reniega de cualquier clase de gurús, vengan de donde vengan.
Fuente:http://lacomunidad.elpais.com/
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