¿Antídoto o veneno?

′′Sí, dile a tu médico que te duele el pecho, pero dile también que tu dolor es dolor de tristeza, es dolor de angustia.

Dile a tu médico que tienes acidez, pero descubre por qué, con tu genio, tu rabia y tus resentimientos hacia la vida y tú entorno, aumenta la producción de ácido en tu estómago.

Informa que tienes diabetes, sin embargo, recuerda decir también que no encuentras más dulzura en tu vida y que es muy difícil soportar el peso de tus frustraciones, por no saber amar ni ser amado.

Menciona que sufres de migraña, sin embargo confiesa que padeces con tu perfeccionismo, con la autocrítica, que es muy sensible a la crítica ajena y demasiado ansioso, tienes miedo a soltar porque no quieres ser responsable de ti mismo y mucho menos de los demás.

Muchos quieren curarse, pero pocos están dispuestos a neutralizar en sí el ácido de la calumnia, el veneno de la envidia, el bacilo del pesimismo y el cáncer del egoísmo.

No quieren cambiar de vida, quieren ser felices pero no hacen nada para remediarlo.

Buscan la cura de un cáncer, pero se niegan a renunciar a una simple pena, detrás de un cáncer hay una pena que no ha sido curada.

Pretenden la desobstrucción de las arterias coronarias, pero quieren seguir con el pecho cerrado por el rencor y la agresividad y el miedo de sentirse impotentes, es tanto veneno que se han metido con emociones no trabajadas, por ellos mismos, no permiten ablandar y demostrar sus emociones por miedo de sentirse sentimentales.

Anhela la curación de problemas oculares, pero no sacan de los ojos la venta del criticismo y la maledicencia, no aceptan su realidad y desvían la mirada o se cierran al cambio.

Piden solución para la depresión, mientras tanto no abren mano del orgullo herido y del fuerte sentimiento de decepción por las pérdidas experimentadas.

Suplican ayuda para los problemas de tiroides, pero no cuidan sus frustraciones y rencores, no levantan la voz para expresar sus necesidades legítimas.

Suplican la curación de un nódulo de mama, sin embargo, insisten en mantener bloqueada la ternura y la afectividad.

Llaman a la intercesión divina, pero permanecen sordos gritos de auxilio que parten de personas muy cercanas a sí mismos, el miedo de ser escuchados y guiados.

Tienen problemas con la piel, pero no hacen caso a sus inseguridades y falta de madurez, la ansiedad de vivir, les marca su destino.

Dios nos habla a través de mil modos, la enfermedad es uno de ellos y por cierto, el principal recado que nos llega de la sabiduría divina es que falta más amor y armonía en nuestra vida.”

Cuando te preguntas:

Y que dice mi cuerpo con los síntomas?

Estos son unos pequeños síntomas que son muy comunes en el mundo cotidiano, pero la gran pregunta.

Estoy dispuesto a ser antídoto o a seguir siendo veneno de mi propio templo o masoquismo mediático que se ha vuelto parte de mi vida y no quiero que se vaya de mí?

Fuente: Rogelio Vázquez

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