El útero acorazado según Aina Cortès

Es interesante que en la actualidad muchas mujeres decidan sanar la relación con nuestro Femenino. Siento que es un momento nuevo, donde la humanidad está entrando en un equilibrio entre lo que es el pasado y el presente. Elegimos un presente de paz donde nos perdonamos por habernos creado tantas heridas a nivel consciente y subconsciente en nuestro lado Femenino. Me perdono por creer que los hombres son los que me han herido. Elijo tomar mi responsabilidad y perdonar Todo lo que ha pasado en mi útero.

Me perdono por crearnos  un útero acorazado

Me perdono por pensar que fue por la sociedad en que vivo.

Me perdono por creer que tengo que crear enfermedades para compensar

Me perdono por no perdonar a los hombres.

Suelto mi útero al amor.

Me abro al amor.

Me perdono por mi aversión a los hombres.

Me abro a recoger semen com amor.

El útero está en paz con los hombres. 

Ahora elegimos el amor entre los hombres y las mujeres.

La sociedad sólo crea amor entre los hombres y las mujeres.

Nuestros cuerpos solo crean amor en todos los músculos incluidos los femeninos y los masculinos.

Fuente:Estas reflexiones vinieron de haber tomado el reportaje que está debajo de Aina Cortès. Te lo agradezco profundamente.

 

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Aina Cortès

La mayoría de mujeres tenemos el útero espástico, útero bloqueado o acorazado. Te invito a que dediques un rato a leer este artículo que he escrito sintetizando información de varias fuentes! Venga va, prepárate un té, una infu, un café… lo que te apetezca y a leer. A lo mejor te sirve… ¿Te suena algo de lo que cuento?

“El sistema patriarcal en el que vivimos, hace que los úteros sean espásticos y no tengan la flexibilidad normal como cualquier otro músculo del cuerpo.”

Mónica de Felipe cuenta como tiempo atrás (miles de años atrás), la organización social era matrifocal. Posteriormente necesitamos pasar por una etapa de organización patriarcal y hace ya un tiempo estamos iniciando una nueva forma en que los seres humanos nos liberamos de ambas estructuras. Pero actualmente seguimos funcionando bajo los estragos del Patriarcado; por ahora estamos en crisis entre lo antiguo y lo nuevo.

Vamos a conocer un poco acerca de la aún vigente cultura patriarcal.

Definición de Patriarcado y características
Existen muchas definiciones de “Patriarcado”. Compartiré las que han sido un referente para el desarrollo de este estudio:

Casilda Rodrigáñez lo define como: “sociedad en la que hay una organización de poder por estamentos. El hombre prevalece sobre la mujer (a eso se le llama machismo), el adulto sobre el niño/a (se le llama educación) y el niño grande sobre el pequeño (se le llama socialización). Como características principales, establecemos relaciones de competitividad y comparación”.

Laura Gutman dice que: “el patriarcado es el sistema de organización social en el que estamos. Está basado en el sometimiento del hombre hacia la mujer y del adulto hacia el niño. Tiene como objetivo prioritario la acumulación del patrimonio y la propiedad. Para que unos puedan acumular es necesario someter a otros para que regalen su fuerza de trabajo. Unos acumulan, otros sirven. Las mujeres se constituyeron también como una propiedad. Si las mujeres pertenecían al varón, se aseguraban la pertenencia de los hijos, futuros propietarios de sus bienes”.

Para la Dra. Christiane Northrup, “el patriarcado es un sistema de dominación de hombre sobre mujer, adulto sobre niño, mente sobre cuerpo. Valora la mente por encima de lo emocional, instintivo y la guía interior. Valora el poder externo (como p.ej. el médico) por encima del autoconocimiento y sabiduría interior. Genera adicciones para insensibilizarnos. Una de las adicciones más corrientes de nuestra sociedad es la dependencia”. Anne Wilson Schaef escribe: “La dependencia es un estado en el cual suponemos que alguien y algo exterior va a cuidar de nosotros porque no somos capaces de hacerlo nosotros mismos. La persona dependiente confía a otros la satisfacción de sus necesidades emocionales, psíquicas, intelectuales y espirituales.”

Claudio Naranjo escribe que “existe una consciencia patriarcal/mente patriarcal/ego patrístico para referirme a ese complejo de violencia, desmesura, grandeza e insensibilidad que parece haber surgido entre los hombres ante la crisis de supervivencia que sobrevino hará unos 6000 años, cuando ciertas poblaciones agrícolas arcaicas indoeuropeas y semitas tuvieron que volver a hacerse nómadas y terminaron por convertirse en comunidades de guerreros depredadores.

Ésta se ha caracterizado como una sociedad en que las relaciones de dominio-sumisión y de paternalismo-dependencia interfieren en la capacidad de establecer vínculos adultos solidarios y fraternales; o, para decirlo de otra manera, una sociedad en la que el hambre de amor materno y paterno llevan a la mayor parte de las personas a una dependencia afectiva y una obediencia compulsiva que no sólo son enajenadoras sino que constituyen distorsiones, falsificaciones y caricaturas del amor. Pero el dominio del Padre Absoluto en la sociedad, en la cultura y a través de la historia no se ha expresado sólo a través del machismo, sino también a través de la tiranía de la razón sobre la emoción y el placer instintivo, y a través de una sobrevaloración del saber a expensas del amor y de la libertad”.

Esta cultura Patriarcal nos afecta a todos y a todas, mujeres y hombres, niños y niñas. Pero en este caso, me interesa especializar el estudio en las consecuencias que tiene este medio social patriarcal sobre el cuerpo de las mujeres y en concreto, sobre el útero. Así que a partir de ahora me referiré únicamente a la influencia en las mujeres.

Y ¿cómo el patriarcado ha ejercido la dominación? Principalmente a través de la represión sexual.

La represión sexual como herramienta de dominación
La represión sexual pasa por reprimir las pulsiones básicas, naturales, genuinas y su expresión. La energía sexual es la misma que la energía vital, entonces estamos hablando de que reprimimos el sentir y la manifestación de la vida. Si en una sociedad hay hombres y mujeres libres, con toda su energía vital a disposición y todo su potencial desplegado, en contacto consigo mismos, autorregulados, etc. no serán nada fáciles de dominar. Opino que ambos sexos estamos reprimidos sexualmente, pero como recién dije, me centraré en las mujeres.

Laura Gutman dice que “la herramienta más importante para lograr el sometimiento de las mujeres ha sido la represión sexual. Para lograr que las mujeres dejaran de ser sujetos y se convirtieran en objetos de uso, era imprescindible que dejaran de “sentir”. Las mujeres, a través de los ciclos vitales, estuvieron siempre íntimamente ligadas a sus cuerpos. Para dejar de estar involucradas con el cuerpo, este tuvo que devenir peligroso, pecaminoso, intocable. Si una mujer no puede tocar ni ser tocada, el cuerpo se va paralizando, las sensaciones corporales placenteras se congelan y la mujer deja de ser sí misma”.(…) “El momento en que aprendemos que no hay lugar para el cuerpo ni el placer es ya en el nacimiento donde separamos el bebé de la madre”.

De un estado de contacto continuo en el paraíso intrauterino pasamos al frío y la separación extrauterina sin respetar la transición necesaria para un desarrollo óptimo del bebé. Evânia Reichert, en su libro “La infancia: la edad sagrada” explica este proceso y sus consecuencias detalladamente.

Mónica de Felipe explica que la represión sexual se ha ejercido a través de la construcción de la “niña buena”. Una niña buena es callada, limpia, asexuada, sumisa y obediente, quieta, trabajadora, sin opinión, princesita… Dice que sí a todo, satisface las necesidades de los demás menos las suyas. En rebeldía a este estereotipo está “la niña mala”, que desde el enfado y el inconformismo se rebela contra todo. Aceptamos o nos rebelamos pero siguen siendo referentes externos. M. de Felipe dice: “ni puta ni sumisa”, quiero ser yo misma, tener mi dignidad, con autoreferencia.

Casilda Rodrigáñez cuenta como esta “niña buena” tiene una postura corporal impostada sentada con las piernas juntas, quieta y congelando cualquier sensación corporal que le permita sentir la incomodidad o la necesidad de algo distinto. Esta postura va bloqueando el cuerpo, cerrando y ocultando el aparato reproductor y sexual; tampoco permite el movimiento natural del útero y lo va inmovilizando. Una postura que favorece el balanceo de la pelvis y el útero es “de cuclillas”. De la misma forma, las posturas corporales con la pelvis en carga se han considerado obscenas obligando a esconder y tensar la pelvis. Al mismo tiempo, hemos pasado de vivir la danza y la autoerotización como medio de contacto profundo y salud, a utilizarlas como una herramienta de seducción al hombre/”objeto” deseado.

No entraré a explicar los hechos históricos de represión hacia la mujer, eso requiere un extenso y riguroso estudio que no voy incluir en este artñiculo, pero sí me interesa hacer un repaso por algunas de las muchas creencias que los sustentan.

Las creencias o introyectos culturales son los principios morales y éticos a partir de los cuales se actúa. Construyen nuestra forma de pensar, sentir y hacer. Las vamos “incorporando”, tomando e imprimiendo en nuestro cuerpo a través del “embodiment”. Norman Cousins dice: “La creencia se convierte en biología”. La Dra. C. Northrup explica: “Los pensamientos y emociones tienen un efecto tan profundo en nosotros porque están físicamente ligados al cuerpo a través de los sistemas inmunitario, endocrino y nervioso central”.

Las vamos tomando de forma inconsciente del medio envolvente desde bien pequeños. En una entrevista del documental La luna en ti, una doctora cuenta que la medicina y las instituciones científicas hacen estudios y según el momento sociopolítico, dicen unos resultados u otros. La religión, la política, las empresas, la publicidad siembran e imponen creencias. El patriarcado tiene muchos canales a través de los cuales transmitirse y dominar.

Tomar consciencia de las propias creencias es un ejercicio interesante y necesario para cambiar conductas que nos son dañinas, desventajosas y esclavizadoras, para aflojar la coraza, para sanarnos holísticamente.

Listado de algunas creencias culturales represoras, que forman parte de distintos momentos de la historia:

La expulsión del Paraíso es culpa de Eva, de la mujer. No es ni un ser humano sino que viene de una costilla de Adán.
La mujer no tiene alma ni capacidad para la educación, ni el voto…
Las mujeres que curan con plantas, se reúnen en noches de luna llena, bailan, viven solas, ven cosas, son brujas, seres malignos y demoníacos.
Las mujeres son obra del demonio y sólo sirven para hacer caer al hombre en la tentación y el pecado.
Si te han violado, es tu culpa. Algo habrás hecho.
Si nace un varón es motivo de celebración, si nace una niña es un fracaso.
Las mujeres deben sufrir en silencio.
La histeria y la melancolía de las mujeres se cura practicando la histerectomía (extirpación del útero parcial o totalmente).
El saber de lo que nos pasa lo tienen los médicos.
El cuerpo femenino no está bien.
Algún día aparecerá tu príncipe azul.
Sobre sexo y cuerpo:

Masturbarse es sucio. El placer es pecado.
La belleza es juventud, delgadez, “cuerpo Barbie”. Si no cumples esos cánones eres fea, indeseable.
Si te acuestas con varios hombres eres una guarra. Si tienes “mucho” deseo sexual eres una ninfómana. Si pones límites y no te acuestas con el que te desea eres una frígida.
Si no tienes orgasmos vaginales y sólo con penetración, tienes un problema, algo anda mal en tu cuerpo.
El orgasmo del clítoris es infantil, el de la niña. El orgasmo vaginal es el de la mujer.
Sexo es igual a coito.
Hay que dar placer al hombre.
Si tienes el virus del papiloma humano, algo malo habrás estado haciendo.
Los mejores métodos anticonceptivos son la píldora o el parche. Además te regulan la menstruación.
El aborto no es natural, es matar una vida.
Sobre el parto:

Parirás con dolor (maldición divina impuesta por la Iglesia).
Parir en casa es inseguro e imprudente. El mejor lugar es un hospital.
En el parto tienen que suministrarte oxcitocina artificial para dilatar.
La mujer parturienta es una enferma, no sabe nada y no puede decidir.
La cesárea es el modo más rápido e indoloro.
No tiene nada que ver con el sexo, la sexualidad ni el placer.
Yo no sé parir.
Sobre la menstruación:

Hay que esconder la menstruación, es vergonzoso.
No podemos tener relaciones sexuales cuando estamos menstruando, es asqueroso.
La menstruación nubla la capacidad de pensar.
Durante la menstruación somos menos productivas.
Cuando menstruamos no podemos tocar las plantas porque se mueren.
Hay quien cree que no podemos tocar los bebés porque les agarra una enfermedad mortal. Es cosa del demonio.
La menstruación es sucia, una peste, un problema, una enfermedad.
Es de color azul, como en los anuncios de compresas.
Sólo sirve para que podamos tener hijos. ¡Vaya engorro tenerla durante tantos años!
Cuando tenemos la menstruación estamos “de mala leche”.
Y un largo etcétera que va favoreciendo que nos desconectemos de nuestra sexualidad, dignidad, cuerpo y placer.

Entonces, para sostener el papel que se le ha dado a la mujer, las creencias que ha introyectado y la violencia que puede haber recibido (abusos emocionales, físicos y/o sexuales) ésta ha tenido que irse acorazando contrayendo el primer motor energético para desconectarse de sus pulsiones naturales. En la medida que encierra la energía vital – sexual, puede volverse sumisa, dócil, cansada, desvitalizada. Este bloqueo implica la insensibilización del cuerpo, ir perdiendo el contacto con los propios deseos y necesidades, con la propia fuerza y sabiduría, ir perdiendo el poder personal y la capacidad de autosostén en pro de la dependencia…; es decir, contraer y perder el contacto con el útero (además de contraer el abdomen, bloquear la cadera, la pelvis, el periné…); rompemos el vínculo entre consciencia y útero.

Así llegamos a tener un útero espástico y acorazado.

La inhibición sistemática de las pulsiones sexuales provoca que las conexiones neuromusculares (neocórtex – cuerpo) no se establezcan. Por eso llegamos a la adultez sin percibir el latido del útero y nos hacemos supuestamente adultas que aún no hemos superado la niñez.

Repito que este proceso de integración del papel de la mujer, la incorporación de creencias y el bloqueo corporal ocurre de manera inconsciente. Casi nadie tiene consciencia de tener el útero espástico ni de la represión sexual.

Por lo tanto, el patriarcado como medio envolvente e influente en la niña que llega al mundo, va modelando su cuerpo biológico. El sistema patriarcal en el que vivimos, hace que los úteros sean espásticos y no tengan la flexibilidad normal como cualquier otro músculo del cuerpo.

Fuente: Aina Cortès – fragmento del estudio “El útero acorazado”

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