Jesús al mando de nuestro barco

Tuve un sueño muy interesante:

Yo estaba al mando de un barco, donde había un capitán y otro que le ayudaba, se desentendían y me dejaban a mi. Yo no sabía bien dirigir el barco y me hacía muchas conjeturas pero tampoco pedía ayuda.

Creía que seguía en la dirección propuesta pero no lo sabía con certeza, aunque sentía la atracción por unas olas enormes y peligrosas. Me perdí y no supe cual era la dirección y sentía la gran proximidad del peligro, también sentía que cuanto más me acercaba mayor atracción había. Vi otro barco catamarán al lado de las grandes olas y dije si ese barco puede el mío también. Pero claro mi barco era de carga, no estaba preparado para manejarlo con ligereza.

Me desconcerté para ver que hacía y a donde iba hasta que me di cuenta que solo iba al escenario de las olas grandes.

Ahí llamé al capitán para que corrigiera el rumbo y me sacara del peligro.

Era curioso, porque era una imagen congelada de en la lejanía olas de tres metros fijas, como si fuera un cuadro. Esto me desconcertó mucho al despertarme.

Este sueño quiere decir.

La vida es como un barco, donde aparentemente nosotros somos los que la llevamos. En realidad hay un capitán auténtico que nos guía en los escenarios que elegimos transitar: Jesús y su ayudante el Espíritu Santo. Ellos si saben dirigirnos a un destino seguro, nosotros no lo elegimos y nos ponemos hacer todos los pinitos de separación que nos apetece sin ayuda de los que saben.

Seguimos eligiendo el dolor y la separación.

No importa si estamos al mando de nuestra vida con consciencia o sin consciencia elegimos estar desconcertados. Como si el escenario estuviera fuera. Siempre creyendo que somos víctimas. Jesús siempre se tiene que hacer el despistado con nosotros, porque como lo ignoramos y no le queremos pedir ayuda. El sabe las coordenadas del amor y nosotros nos empeñamos en ser como los otros, aunque nuestra naturaleza es distinta.

Es impresionante como no queremos encontrarnos con el poder de Dios y luego decimos que estamos desconcertados.

Moraleja. Llama al capitán y dile que como se pone su piloto automático. Sólo el piloto automático de Jesús y de su ayudante el Espíritu Santo.

Estoy a salvo cuando me dejo de llevar por Jesús. El es mi guía y mi fuerza. En Él me sustento para tomar mis decisiones. Elijo el amor que es Jesús.

Fuente Mariposa

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