Prácticas de Tulku Lama Lobsang

Práctica: Para dejar de sufrir por la opinión que los demás puedan tener de ti.

 Uno de los principales obstáculos para la felicidad y la libertad es la dependencia de la opinión ajena. Nuestro ego es tan grande y vulnerable que necesita ser alimentado, querido, admirado por todo el mundo, en especial por las personas más cercanas, y si no es así, sufrimos.

 

Esa dependencia te impide ser tú misma y te mantiene en constante sufrimiento cada vez que no consigues la aprobación plena.

 

Ejercicio: queda con una amiga de confianza y explícale que quieres superar tu miedo a lo que la gente piense de ti. Pídele que te diga todas las cosas malas, difíciles o conflictivas que ve en ti. Asegúrate de que sabe que es muy importante que sea sincera.

 

Aguanta el temporal y fíjate en lo que sientes y en cómo reaccionas cuando oyes las críticas (¿impulsos de autojustificación, enfado, ganas de contraatacar…?).

 

Luego (para acabar la experiencia con un buen sabor de boca), pídele que te diga las cosas positivas que ve en ti.

Practica este mismo ejercicio una y otra vez por ejemplo, una vez a la semana) con diferentes personas, de tu familia, amigas, compañeros de trabajo, etc.

 

Conforme te vayas familiarizando con la situación de escuchar críticas personales, cada vez te dolerán menos, hasta acabar liberándote de esta dependencia.

Práctica de la meditación del amor.

1. A solas: Siéntate cómodamente, en silencio, y piensa en una persona. Visualiza claramente su cara y siente que le deseas lo mejor, que su familia y sus amigos le amen y le cuiden y le mimen. Tú también le amas y le cuidas y le mimas. Mantente en ese sentimiento.

Si no puedes meditar pensando en la persona con la que estás enfadada. Empieza pensando en otra que te resulte más fácil. Y luego cambia de persona: con tu amiga, con tu vecina, con tu compañero de trabajo… La práctica hará que finalmente puedas hacerlo con cualquiera, incluso con la que estás enfadada.

 

2. Meditar con otra persona o más: Siéntate frente a ella, en silencio, y mírale a los ojos. Al principio te costará, pestañearás mucho, quizás te dará risa. Cerrad los ojos y visualizaos, pensad en la otra persona sin mirarla, durante unos minutos. Practica el amor como en el caso de arriba (deséale lo mejor, que le quieran, que le mimen). O de cualquier otra manera, como tú sientas el amor. Vuelve a abrir los ojos y mírala.

Practica más adelante con diferentes personas.

Consecuencias: Cuando vayas por la calle y te cruces con la gente, mirarás sus caras y sentirás el mismo amor que has experimentado mirando las caras de otras personas, en tu práctica.

Cuando te enfades, mira la cara de la persona con quien te estás enfadando y probablemente te resultará muy fácil sentir amor. Y el amor destruye el enfado.

 Práctica: En busca de la felicidad.

Con un amigo o a solas. Haz que te pregunte, o bien pregúntate tú misma:

¿Qué buscas en la vida, qué es lo que más deseas?
Si respondes “una casa”, “un buen trabajo”, lo que sea, pregúntate de nuevo para qué, cuál es tu deseo último. Probablemente, al final de todas las respuestas encontrarás una respuesta última: lo que más deseo en la vida es ser feliz; busco la felicidad.
¿Dónde está?
Si respondes “en el campo”, “en un trabajo ideal”, etc. sigue preguntándote qué pasaría luego; tras los problemas, dónde seguirías buscando. Probablemente encontrarás una respuesta última: la felicidad sólo está dentro de mí misma
¿Cómo conseguirla?
Cada vez que se te ocurra una técnica (haciendo yoga, meditación, etc.) o situación (dedicándole tiempo a mis aficiones, realizándome profesionalmente, etc.), sigue cuestionándotelas. Probablemente encuentres una respuesta ultima: practicando el amor.

Escribe las tres preguntas con sus respuestas últimas, las tuyas, en un bonito papel y colócalo en un sitio visible donde puedas leerlo cada día: en la puerta de la nevera, en el espejo del lavabo, como marcalibros, etc.

¿Cómo realizar la meditación?

Empieza con la técnica del venado herido y continúa con la del león.

El venado, cuando está herido, se aísla. Si descubres un conflicto en ti (rabia, enfado, celos, etc.), retírate para evitar contagiar con tu “mal rollo” a tus familiares o amigos. Busca un poco de espacio personal para entender lo que te pasa (meditación analítica).
El león afronta los peligros sin miedo. De la misma manera, afronta tus problemas de cara y sin miedo, sin buscar autojustificaciones o triquiñuelas retóricas, sin caer en los sofismas de los abogados que defienden a su cliente. No te engañes, no te permitas las trampas. Afróntalo sin miedo, compréndelo y pasa a la acción.

 

¿Cómo unir la meditación a la práctica?

Tras identificar los conflictos, puede que te des cuenta de que afrontas diferentes bloqueos emocionales con diferentes personas.

 

Ejemplos:

Con mi madre: Incapacidad de expresar amor.
Qué hacer: Apreciar lo bueno que tiene y decírselo, no cuestionarla tanto con tus quejas, prestarle atención, tener gestos de cuidado e interés. (Todo lo que te cuesta hacer cuando bloqueas el amor con alguien).

Con mi hija mayor: No me manifiesto ni me expreso a mí misma; tengo miedo a sus juicios, pero lo cierto es que sólo me gano su buena opinión cuando soy feliz y no le tengo miedo ni dependo de sus opiniones. Entonces me respeta.
Qué hacer: Desarrollar una buena vida, tu proyecto de vida propio, y ser feliz; afrontar el miedo al qué dirá y expresarte más, no importa lo que diga. Probablemente, cuando observe que ya no le tienes miedo empezará a respetarte más.

Con mi pareja: Competitividad. Resentimientos, celos, etc.
Qué hacer: Dejarle “ganar”, practicar el amor en vez de la competencia: apreciarle, decirle lo que hace bien, cuidarle, prestarle atención…
(Recuerda que la relación con tu pareja es una de las más importantes, con quien probablemente envejecerás cuando todos lo demás estén viviendo otras vidas. Alimenta y mima esta relación).

Con tu hijo pequeño: Miedo (a que no le vaya bien en la vida, en este mundo difícil), control, perfeccionismo, ego (ser considerada una mala madre si a tu hijo no le va “bien”).
Qué hacer: Ceder la cuerda, controlar y supervisar menos, sobreproteger menos, dejarle espacio para crecer, dejarle caer y darle la oportunidad de aprender de sus errores. No dejarte arrastrar por sus problemas y su eventual sufrimiento (forma parte del aprendizaje). No estresarte ni agobiarte por la “perdida de tiempo” (suspensos, repetir curso, etc.). Respetar el ritmo que necesita. Y, sobre todo, recordar el objetivo final también para él: la felicidad.

Práctica: ¿Cuánto tiempo me queda de vida?

Organiza el tiempo que te queda, al igual que organizas tus vacaciones para aprovechar al máximo los días de disfrute.

Si tienes 20 años, calcula que te quedan por delante unos 70 años; o lo que es igual, 25.550 días; 613.200 horas.

Mucho tiempo, ¿verdad?

(Haz el cálculo si tienes 25, 28, 37, 53 años, etc.)

Calcula y organiza:

Tienes 20 años y te quedan unas 613.200 horas por delante para vivirlas.

Un tercio de ellas (204.400) las pasarás durmiendo. Te quedan 408.800. Y otro tercio, trabajando: te quedan 204.400 horas.

De ellas, una media de 3 horas por día de trabajo doméstico, compras, comida, etc. (76.650 horas). Te quedan 127.750 horas.

Resta las horas dedicadas al estudio. Al transporte de casa a la escuela o al trabajo. Y las que le dedicarás al cuidado y educación de tus hijos y puede que te queden unas 40.000 horas. O bastantes menos.

Resta las horas de enfermedad, enfados, conflictos…

Empiezas a ser consciente de que te quedan muy pocas horas para dedicarlas a las cosas que te gustan (aficiones), el amor, la felicidad.

Tienes 20 años y toda la vida por delante, pero, en realidad, muy pocas horas para disfrutar.

Empieza a plantearte dónde quieres poner el tiempo dedicado a disfrutar, a la felicidad profunda. ¿En el tiempo libre? ¿En el trabajo? ¿En el estudio? ¿En el cuidado y educación de tus hijos? ¿En todo?

¿Eres capaz de disfrutar cada una de las cosas que forman parte de tu vida y vivirlas con intensidad?

¿Empieza ya mismo a practicar el placer de vivir. En todas las situaciones que puedas. No lo dejes para mañana.

No sigas perdiendo el tiempo.
 
Fuente: http://crecejoven.com/espiritualidad–tulku-lama-lobsang

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