Sufrimos sin motivo aparente para sufrir. Es como que dentro de nosotros elegimos el sufrimiento y no se sabe el motivo aparentemente. Sólo que vamos buscando complicarnos la vida y crear oportunidades para no estar en paz.
Además muchas veces no estamos satisfechos con lo que hacemos en la vida. No importa cuanto avancemos, no importa que lleguemos al Everest, siempre habrá otro planeta y otra montaña que subir. Es como que nos encanta estar insatisfechos, aparentemente.
Como guinda al pastel del ego, nos sentimos separados de Dios y eso no es real. Dios está con nosotros y es cada uno de nosotros.
Nosotros somos los que experimentamos con Dios. Elegimos no separarnos de El para hacer cualquier cosa que tengamos qu hacer.
Elegimos el amor.
En una imagen del alma vi que el Jardín del Edén está rodeado de un aro en la tierra, como si fuera una grieta que circunda al Jardín y está llena de fuego. Nosotros en nuestro deseo de que Dios nos quiera, nos hicimos especiales y lo saltamos. Así decidimos juzgar a Dios que no nos amaba con su amor especial, ya que se lo pedimos y no nos lo quiso dar. Si Dios nos amara especialmente no sería amor lo que nos da.
“En la relación especial -nacida del deseo oculto de que Dios nos ame con un amor especial- es donde triunfa el odio del ego. Pues la relación especial es la renuncia al Amor de Dios y el intento de asegurar para uno mismo la condición de ser especial que Él nos negó” (T-16-V.4:1-2) Un Curso de Milagros.
Para ser especiales nos ponemos en complejidad, en líos y en problemas todos los días de nuestra vida.
Estoy dispuesto a renunciar al papel de guardián de mi sistema de pensamiento y se lo entrego al Espíritu Santo y elijo que el Espíritu Santo sea mi guía y mi decididor.
Así sea. Así es
Fuente Un curso de milagros y una sesión con Marta de Madrid.
