Soltar lo que no es real

Había una vez unas islas que contaban con un gran número de leyendas las llamaban Afortunadas, y desde la antigüedad fueron descritas como un lugar paradisíaco, bienaventurado, fuente de la eterna felicidad, con un clima benigno y cálido, en definitiva; un lugar privilegiado.

Pero los habitantes de esas islas a lo largo de la historia habían olvidado quienes eran; al igual que los habitantes del planeta de esas islas, se habían olvidado de su auténtico poder.

Había una niña que no lograba entender el sistema de adoctrinamiento al que estaba sometida. Ella lloraba al borde de un barranco mirando las estrellas. Pensaba que la habían dejado olvidada en un planeta prehistórico, donde no se recordaba que todos los habitantes estaban hechos de la misma sustancia amorosa que la vida.

Los niños conocen el secreto, de mayores se les olvida. Ese es el proceso donde aprenden a ser socialmente aceptados. ¿A que no te atreverías a meterte un dedo en la nariz y a comerte un moco?

En el proceso de aprendizaje, pasan muchas anécdotas que no se recuerdan de mayores.

A la niña le recordaban siempre: “Crece, no seas ingenua” Y cuando replicaba algo le decían “lo que hemos aprendido es que nos tenemos que ganar el pan con sangre en la frente”.

Esa misma niña pequeña le preguntaba a los Guardianes del Sistema de las Creencias Supervivientes: “¿como es posible que tenga que tener sangre en la frente para comer pan?”

Otra pregunta que nunca le quedó muy clara a esa niña: “Mamá el Dios de la Iglesia de este pueblo, es el único Dios verdadero? “ Respuesta: “Por supuesto mi hijita”

Y ella seguía: “Mamá, si tú fueras de Marruecos y te hubieras casado con un hombre de ese país y yo te hiciera la pregunta anterior, ¿tú que me contestarías?

Además de un poco de molestia, la contestación era siempre tienes que creerlo “porque si”, así ha sido siempre, es un dogma que Dios, el de la Carretera General es el único Dios verdadero.

Esa niña, que buscaba personas de otras galaxias para ver si podía comprender desde el corazón, sospechaba que las religiones tenían más que ver con los países y las fronteras de los que lo gobernaban que con el sentimiento interno de ligar o “re-ligar” con Dios. De ahí viene el término de religión.

Otra gran pregunta: “¿Mamá si sufro mucho Dios me quiere más?”

Cuantas veces esta niña hermosa se fue a la Iglesia pidiendo que todo el sufrimiento del mundo viniera hacia ella, para que Dios la quisiera de verdad y así encontrar el Amor verdadero. ¡Cuantos programas creamos por seguir lo establecido sin cuestionarlo!.

Este lugar de adoctrinamiento voluntario donde nos creamos todos, hace que los programas se mantengan intactos.

Platón decía que la gente lucharía contra los que los liberaran de sus creencias.

O sea que no estamos dispuestos a soltar lo que se nos gravó como ganado, cuando éramos pequeños.

Hay un cuento antiguo que dice que el elefante cuando es pequeño se le pone una soga de un metro y el busca liberarse de todas las formas posibles. A lo largo de su vida llega un momento en que acepta que es imposible soltarse de la cuerda. A partir de ahí crece y se hace enorme. Con un suspiro podría liberarse pero la creencia de que es imposible está en su programación diaria y el elefante, ya ni siquiera se la plantea. Eso nos pasa a nosotros: Somos seres que estamos sin limitación. Nuestro Adn solamente está al cinco por ciento activado

Cada momento podemos escoger. Podemos soltar. Pero el programa está tan arraigado, que no se saca ni con bisturí. Hay que lograr que otras herramientas estén a nuestro servicio.

Una de ellas es el conocimiento, el elegir de nuevo, la inocencia, el perdón….

 

Dios, el Creador de Todo lo que es, sólo desea tu mayor bien.

Ahora se que Dios no desea que suframos, pero en nuestros programas subconscientes está esa historia de que si sufrimos somos amados, no sólo por Dios, sino por nuestra familia, amigos, universo.

Soltamos los límites que nos ponemos a nosotros mismos para no ser amados ya que el mundo entero está dentro de mi.

Empezamos a soltar lo que no es real.

Lo que nos creamos a nosotros mismos

Aquella niña tenía el pelo dorado como el sol al atardecer. Su mamá le daba un bote que se compraba en la farmacia, se aplicaba con el lavado del cabello y se llamaba Girasol. Así ella parecía que era rubia. Como la niña era tan blanquita no pasó nada al principio si podría ser rubia, pero al pasar los días a veces se acababa el bote o no se daba esa sustancia y los niños la llamaban “rubia teñida”

Suelto mi necesidad de estar recreando lo que nunca fue real.

Si mi madre me daba Girasol, es porque yo se lo pedí.

Me perdono por volver siempre al mismo sitio de dolor.

Fuente: Mariposa

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